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Review This Story || Author: Sandra Raquel

Historia de Corinne - Spanish

Part 9

*** De acuerdo. Pero ¿quién es el director?

*** Pues quien va a ser. La Gran Señora. La Diosa Solara.

Llegamos hasta los platós. Había una gran algarabía, pero no del equipo técnico, sino de los participantes.

Al parecer, los varones que intervendrían no estaban de acuerdo con los papeles asignados. Por otra parte las jóvenes que iban a actuar, se resistían a dejarse tocar o a ponerse en ciertas posturas.

Se trataba de una cinta con frases excesivamente subidas de tono y que duraría una hora aproximadamente. Luego venía la primera de las mías.

Y sí, era verdad que la directora de todas las películas era Solara.

Observé que, trataba a los varones con dulzura, mientras que a las mujeres las trataba de mal talante, llegando en mas de una ocasión a abofetearlas delante de todos.

Gus, me informó que se trataba de una película de sexo, con algo de sadismo. Y su título era : "Salvaje posesión".

La fase de la película, se realizó, al parecer, como estaba previsto.

Las mujeres sufrieron lo indecible, con la repetición de escenas, pero finalmente se dio por concluida la cinta.

Y ahora me tocaba a mí.

Gus, me indicó que bajáramos al plató, a fin de que la directora nos viera.

Cuando llegamos, la directora tras mirarme escabrosamente, dijo ...

*** Corinne. Se bien venida. Parece ser que vas a estar en las 3 películas que me quedan por rodar. Procura hacer el papel bien y a la primera. Ya sabes que los fallos lo único que hacen es el repetir escenas.

Tienes en la 1ª película el papel de anfitriona de doncellas a las que deberás causar la mayor cantidad de tormentos posibles. También en esta parte de la cinta tendrás amores lascivos con tus dos lacayos.

Ahora, sigue a Gus. El te indicará el vestido que debes ponerte y el monólogo que debes interpretar.

Seguí sin más a Gus y llegamos a una especie de camerinos, en los que había gran cantidad de vestidos de época.

Gus eligió para mí, uno de la edad de Luis XV.

Después de ponérmelo, descubrí que me sentaba de maravilla.

Me puse a leer el guión que Gus puso en mis manos y me di cuenta, que era muy fácil el interpretarlo, ya que se trataba de unas 5 frases maestras y el resto exclamaciones.

La trama se desarrollaba de la siguiente forma ....

"Yo, era la dueña de una mansión. Estaba viuda y necesitaba a alguien cerca para que me consolara. Pero, por otra parte era una déspota. Sobre todo con las sirvientas, a las que hacía azotar todos los días por mis mayordomos. Por mi parte debía azotar a una jovencita. Esta, que era la sobrina de uno de mis lacayos, no tenía los 15 años cumplidos. Y mientras los castigos iban tomando cuerpo, yo, mientras me entretenía con los varones a los que pedía que me penetrasen por vía oral, vaginal o anal."

Por fin subí al plató con mi gran vestido de época. Solara, al verme, se quedó encantada con mi atuendo y tras acariciar mis cabellos, me susurró al oído, que me relajara y disfrutara de las escenas.

Yo por mi parte, estaba deseosa de que saliera a la primera de cada una de las tomas. Sin importarme el daño que pudiera causar a las jovencitas que actuaban conmigo. Y por otra parte estaba dispuesta a aprovecharme del placer que pudieran regalar mis compañeros de reparto. Sin rechazar nada en absoluto.

Mas adelante os comentaré algunas escenas. Sólo os diré que las 10 tomas salieron a la primera y además fui felicitada por Solara.

Y además tuve la suerte de que se aplazaran las otras dos películas para la madrugada.

Me dejaron descansar unas 2 horas en el mismo plató. Y me quedé dormida casi en el acto ante todos los presentes.

Terminado el tiempo, Gus me despertó a fin de que pudiera asearme y así prepararme para la siguiente película. Se titulaba "El inquisidor benigno".

En esta película no tenía guión. Tan sólo, mis lamentos y gemidos eran las frases que se esperaban de mí.

Gus me acercó unos restos de saco y me indicó que me los colocara a la altura de los pechos. Los sacos eran punzantes y sentí una sensación de desasosiego al colocármelo.

Cuando lo tuve colocado, Gus, se aproximó a mí y me zarandeó a fin de tener la vestimenta a su propósito.

He de decir que me cubría ligeramente los pechos y me llegaba hasta la mitad de los muslos.

Gus se vistió de monje, con unas túnicas completamente blancas.

Antes de que Solara, diera la orden de filmar, aparecieron dos hombres vistiendo unos minúsculos slips y se colocaron a ambos lados de mi cuerpo. En el momento en que Solara iba a dar el visto bueno para rodar, sonó un timbre, que anunciaba que se iba a proceder a rodar.

Cuando se dio la orden de rodar, se oyó una voz en off, que decía ...

*** Traed a esa ramera a mi presencia.

Fui conducida a presencia de Gus, que ahora era el inquisidor jefe de aquella pantomima.

He de decir, que se le veía flamante y hasta encantador, pero había algo en su mirar que me atemorizaba. Y ya sabía que me iba a torturar según indicaba el guión, que por otra parte no había leído. Pero, que más daba. Yo debía ser la víctima de aquella película.

Cuando estuve ante él, dijo ....

*** Pequeña has de saber que has incurrido en una falta muy grave y que por lo tanto vas a ser castigada. Pero, mi generosidad es tan grande, que te reduciré la pena, si me dices quienes son tus cómplices.

Mantuve silencio y la mirada baja, como indicaba el guión.

El efecto, debía de ser inmediato. Y así fue.

Su voz, lo anunció claramente ........

*** Desnudad a esta golfa, para que podamos enseñarla como tratamos a las perdidas en esta casa. Es posible, que a continuación quiera cantar todo lo que sabe.

Una vez estuve desnuda, su voz indicó que fuera conducida a una pilastra de 1 metro de altura y que fuera atada por el cuello y muñecas.

Quedé en una postura ya conocida por mí. Pero me sentía nerviosa y algo asustada. La voz me anunció 50 latigazos en las nalgas, antes de volverme a preguntar.

Y así sucedió. Aguanté como mejor pude los primeros latigazos, pero al rayar el vigésimo, comencé a jadear y pronto empecé a patalear, gritar y agitarme con verdadero frenesí.

Cuando los 50 azotes hubieron concluido, observé ante mí la túnica de aquel ser, ya que no podía levantar mas la cabeza.

Sentía como palpitaban mis piernas. Me sentía mas alterada incluso que los castigos que había recibido hasta entonces.

Y rompiendo el silencio, oí de nuevo su voz ...

*** Ahora sé que nos dirás todo lo que queramos saber. Habla.

Yo me mantuve callada.

Sabía, que la escena se tenía que desatar de una forma mas malvada aún.

Y así ocurrió. Me condenó a otros 50 latigazos en los muslos.

Soporté el castigo entre gritos y contorsiones. Y cuando por fin terminó aquel tormento, se paró el rodaje.

Me quedé lívida al escuchar, el mensaje por los altavoces.

Se anunciaba el comienzo de la próxima película. Se titulaba algo así, como "El Conde y sus esclavas".

Fui desatada y conducida hasta lo que llamaban el pilón. Se trataba de los vestuarios en donde se despojaba de las marcas a jóvenes que actuaban en las películas de aquel apestoso antro.

El procedimiento era, colgarlas por los tobillos y aplicarlas una crema rápida y curativa. Y mientras hacía efecto la crema, se les inyectaba en las nalgas un estimulante.

Al parecer el estimulante, tenía grandes propiedades en las jóvenes al estar colgadas cabeza abajo.

En menos de 5 minutos, mis marcas habían desaparecido totalmente y además me sentía fresca y fuerte.

Me descolgaron y fui conducida hasta los vestuarios, que estaban detrás del plató principal.

Me encontré con otras 5 mujeres tan desnudas como yo y que al parecer iban a actuar en el rodaje.

Había un pequeño vestuario lleno de vestidos de todos los colores y tamaños, pero al parecer no estaba destinado para nosotras. Los varones que nos acompañaban nos indicaron unos vestidos raídos que había en un perchero.

Cada uno era de un color diferente, pero eran tan cortos, que se estaba mas decente desnuda que con ellos puestos. Me recordó enseguida los que me puse en la casa de Sir Arthur y los que llevé con Melba.

A mí me tocó uno casi idéntico que el de la gran recepción en la mansión de la Marquesa de Sade. Era de color blanco y totalmente transparente, por lo que se me apreciaban con todo detalle los pezones y el pubis. El escote era muy abierto y llegaba hasta el comienzo de la faldita. Carecía de espalda y costados y se sujetaba al cuello con una cadenilla dorada. La faldita, por llamarla de alguna manera, eran dos piezas separadas y mínimas de longitud. Me cubrían ligeramente las nalgas y el vello púbico.

Mis compañeras de rodaje lucían parecidos atuendos, todos ellos transparentes.

En menos de 10 minutos, cada una de nosotras habíamos ocupado nuestras posiciones para el rodaje.

Nuestro papel consistía en atender en todo momento al Conde y de servir las cenas y comidas, así como los licores y aperitivos. Por otra parte, debíamos saciar cualquier tipo de apetitos sexuales de él mismo y sus invitados.

El guión, como tal, no existía. Los varones se comportarían en el rango de sus papeles, pero lo que se hiciera o se dijera carecía de guión. Y por supuesto los castigos y malos tratos a los que nos quisieran someter.

Me tocó actuar en primer lugar. El Conde acababa de recibir la visita de 3 amigos. Debía servir unas copas en el salón. Acudí al salón con la cabeza baja y pregunté que es lo que deseaban tomar. Tras recibir el encargo abandoné el salón y uno de los ayudantes de rodaje puso en mis manos una bandeja con 4 copas, una botella de whisky y un cubo con hielos y pinzas.

Volví a entrar en el salón y me aproximé por el centro hasta la pequeña mesita que había entre ellos. Como era tan baja, tuve que doblar mi cintura para dejar la bandeja y poder servir las bebidas.

En esta postura enseñé a uno de los invitados las nalgas desnudas. Enseguida noté un pellizco en la vulva y estuve a punto de dejar caer las bebidas, pero por suerte me contuve y sólo di un pequeño respingo.

Al servir al siguiente, esperé una nueva acometida. Miré a un lado y pude apreciar varias fustas por entre los sillones. Y me esperé un azote en cualquier momento. Pero éste no se produjo.

Cuando terminé de servirles, el conde me ordenó que me arrodillara entre sus piernas. Yo asentí sumisa y esperé nuevas órdenes.

El conde arrimó el vaso a mis labios y me indicó que bebiera. Acaté la orden y bebí un sorbo. Luego bajé de nuevo mi mirada.

Alguien tocó una campanilla y escuché unos pasos desnudos sobre el parquet. Alguna de mis compañeras se acercaba al grupo. La pidieron que se sentara entre dos de ellos.

Yo no sabía de quien se trataba, ya que estaba situada a mi espalda. El conde, sacó su pene de la bragueta y me lo presentó. Sabía lo que tenía que hacer y no perdí ni un solo segundo. Abrí mis labios y dejé entrar a aquella prodigiosa masa de carne. Sentía como se iba hinchando en mi interior, hasta que llegó un punto en el que me obligó a separar mas aún mis dientes.

Sentía como se apoderaba de mi boca y como me ahogaba cuando llegaba hasta dentro de mi garganta, lo que me provocaba que las lágrimas afloraran a mis ojos.

Llevaba unos 5 minutos en este menester, cuando sentí que alguien me desabrochaba la faldita y los tirantes. Sentí la total desnudez y esperé sin dejar mi labor, algún golpe por parte de ellos.

Pero no eran golpes lo que se avecinaba. Alguien me cogía del vientre y me hacía poner en pie con las piernas separadas, mientras el conde asía mis cabellos, a fin de que no abandonara mi labor.

En breves instantes, sentí algo caliente y duro, abriéndose paso entre mis nalgas. Ya no me cupo la menor duda de sus intenciones.

En dos ataques estuvo dentro de mí. Yo no pude gritar debido al pene que me poseía por la boca, pero si parte de mi saliva se derramó por las comisuras de mis labios. Cada vez que el pene en mis nalgas se hundía en mí, el que tenía en mi boca hacía lo mismo, causándome dolorosas sensaciones.

El conde se apoderó de mis dos pezones, retorciéndomelos sin piedad y mi atacante trasero, después de cada sacudida, me azotaba varias veces los costados o la espalda.

Cuando los dos, casi al unísono, se derramaron en mi interior, se separaron de mí y me hicieron poner en pie.

Enseguida una mano me asió por los cabellos y me condujo hasta el centro del salón, en donde se habían montado unas columnas para la ocasión.

Entonces pude ver a mi compañera. Era la mas joven del grupo.

Cuando me estaban atando las manos a ambas columnas, aparecieron las otras 4 jóvenes con una fusta cada una.

Creí que las 4 me iban a azotar, pero estaba muy equivocada. Sólo era una maniobra de distracción, a fin de darle algo de suspense.

Me desentendí un poco y me fijé más, si cabe, en la cámara que tenía ante mí. Lo peor no era la cámara, sino la cantidad de gente que me miraba de la forma mas obscena, que imaginarse pueda.

Debido a la trascendencia sádica que se quería dar a la cinta, los hombres se fueron levantando lentamente de sus asientos, mientras cada una de mis jóvenes compañeras les iba entregando una fusta.

Cuando llegaron ante mí, se dedicaron a realizar una parodia de mis debilidades. De como me comportaría cuando el cuero cayera sobre mi desnudez.

Las fustas danzaron sobre mis pechos y costados con una rudeza desmesurada. Parecía que querían partirme en dos, a base de latigazos. Después de unos 100 azotes, el rodaje se paró para comer.

Fui curada de mis señales y enjaulada posteriormente.

Por unos altavoces anunciaron, que se iba a proceder a la continuación del "Inquisidor benigno". Se anunció a todos los participantes, que adquirieran el grado de animosidad y sensación que cuando se había cortado.

Todos los participantes, se prepararon de una forma u otra. A mí me colocaron en la pilastra y me dieron 50 latigazos en las nalgas y otros tantos en los muslos.

Cuando estuve acorde con el guión, se procedió con la continuación de la película. No creo que sea necesario el referiros los tormentos a los que fui sometida.

Por otra parte tuve la suerte de que esa cinta concluyera con mas de una hora de sesión sádica. Y según las exclamaciones de los expertos, había resultado un éxito total.

Me dejaron descansar un par de horas. Tiempo que aprovecharon para hacerme desaparecer la gran cantidad de marcas que surcaban toda mi anatomía.

Y cuando las dos horas pasaron, la directora de grabación anunció la continuación de la cinta "El conde y sus esclavas", por lo que fui amarrada a las dos columnas de horas antes y flagelada brutalmente en los pechos y costados.

Cuando quedé, mas o menos, como antes del descanso de la cinta, se dio el visto bueno y continuó el sádico tratamiento.

No os voy a cansar con historias que serían repetitivas. Lo importante es significar, que aquellas tres cintas se vendieron mejor de lo que esperaban y que los clientes se triplicaron en menos de un mes.

A mí me habían asignado el trabajo de firmar las cintas que los clientes se llevaban. He de decir, que mas de uno se sobrepasaba conmigo, pero yo aguantaba todo.

Un buen día, me percaté de que a ciertas horas, no había gran vigilancia. Además por medio de algunos clientes a los que me había ofrecido para visitarles en secreto, me habían compuesto pequeños planos del lugar en donde residían y de lo que debería hacer para llegar ante ellos.

Con todo aquel material, me hice una composición de lugar y pude enterarme de la localización en la me encontraba.

Tramé un plan, pero no se lo conté a compañera alguna. La verdad es que ya no confiaba en las personas.

Y dos semanas después, en un amanecer lluvioso, conseguí escapar de aquella vida miserable.

Después de múltiples peligros y vicisitudes conseguí llegar hasta un lugar seguro. Se trataba de la clínica de un buen amigo.

Me ayudó a cambiar de fisonomía y de actividad laboral. También se las ingenió para construirme un nuevo nombre.

Ahora vivo feliz. No tengo descendencia y nunca la tendré, debido a la gran cantidad de barbaridades que me hicieron. Ya les he perdonado a todos. A todos menos a René.

Me he cruzado ante él varias veces. En una ocasión intentó un contacto conmigo. Me limité a ridiculizarle ante todos sus amigos y ya, no volví a saber nada de él.

Confío en que nunca me vuelva a ver metida en ese mundo cruel. Y no es que me de miedo el látigo o cualquier otro tormento, simplemente es La degradación total .

Espero no haberos molestado. Me despido de todos mis posibles lectores con afecto y sencillez.

Un cálido beso,

Corinne.


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